lunes, 6 de agosto de 2012

Mundos fugitivos


Casi todos compartimos una sensación relativamente frecuente, tanto que nos resulta familiar: el mundo, imparable en sus ciclos, parece alejarse e ir a esconderse en la distancia. Para esta sensación hay versiones múltiples, tan variadas como las edades que la experimentan. Surgen atizadas por la incomprensión y el desamparo, como brotes repentinos de rabiosa soledad. No es necesario un escenario especialmente inhóspito, basta con abrir ciertos días el periódico. El joven puede en su extravío sentir que el viejo mundo no le sigue, el viejo lo ve marchar por delante sospechando que sigue ya sin él.


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