lunes, 28 de mayo de 2012

El orden nunca asalta el poder


Ejecutar órdenes es obligatorio para quienes se someten a obediencia, impartirlas y mantener cierto orden general se considera tarea del gobernante, pero crear un orden que justifique esas órdenes es materia más etérea, más de oficiante que de artesano. Quienes trabajan en ella, tan pronto se ven apadrinando nuevos órdenes sociales como tratando de restituir la hegemonía de un orden natural, que no es otro que aquel que les permite mantenerse en equilibrio. En realidad, su restitución sólo busca corregir la aparición de desórdenes amenazadores para ese equilibrio. Mas cuando se ven, en ese retorno al origen, forzados a reconsiderar el orden primitivo, el que es la base de todo, es cuando empiezan las sorpresas.

Hay órdenes naturales latentes cuyo descubrimiento no sólo contraviene ese frágil equilibrio, sino que tras su desarrollo lo arrumba imponiendo un nuevo orden que los partidarios de lo natural siempre juzgarán artificial. Hablar de los diseñadores como creadores de un nuevo orden sería frivolizar, pero sería igualmente aventurado llamar por principio creadores a los teóricos, ideólogos o adelantados. En todos ellos la creación de orden tiene otra inspiración, otro aliento que la mera dominación. Son gente que de ese modo concluye en solitario, y normalmente en falso, un ejercicio de apertura al mundo y un modo de desahogar el que en su interior han forjado. L. F. Földényi subraya con trazo dramático la suerte que en este sentido corren los creadores más formalistas: «El matemático y el geómetra ordenan el mundo para luego desesperar: el camino de salida de la cárcel sólo conduce a la nada» ( Melancolía, 331).

Ya que no parece propio hablar de la creación de un orden en ámbitos tan elementales como la geometría o las matemáticas, hablemos del descubrimiento del orden a través de estructuras formales y constatemos al menos que con su predicamento tecnológico posterior se consigue atraer nuevos mundos. En todo este auge mundano el papel de quienes trazan las nuevas líneas de demarcación es más bien discreto. Ellos se limitan a ver girar su mundo como una estructura suspendida en el éter, justo allí donde los demás no la ven. Pero, mientras el geómetra flota a la deriva en su mundo transparente, la inercia de otros mundos olvidados impide que el orden recién descubierto emane y prospere naturalmente, y contribuye a que sea administrado a beneficio de un poder. Lenta e insensiblemente entrañan dominio sobre él cánones y normas de mundos que parecían postergados. Son ellos los que maternalmente acogen al orden nacido geométrico para hacerlo visible ante todos como una nueva estructura de poder.


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