sábado, 12 de enero de 2013

Nunca diré lo que vi


Te quedarás ciego si miras lo que no debes. Así mismo, así las gastaban, así sembraron el miedo. Luego abrían el Génesis por donde la mujer de Lot, la misericordiosamente salvada del fuego sodomita para ser estatuada en sal, un escarmiento ejemplar, un final digno de las crónicas bíblicas. Ella ciega en la encrucijada, con los brazos abiertos como un poste orientador, de espaldas al camino de los justos, viendo cómo las sombras angélicas alentaban fuego purificador. Igual que ella hace años que me quedé ciego mirando al sol, ese engañoso protector, el código final fue conmigo despiadado, pero no pudo con lo que yo antes vi. Sólo te diré que los días se me hacían cortos y que el cielo era cada vez más profundo, más brillante. Los ciegos recuerdos sobreviven, el mundo en ellos acaba siendo mejor.

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