jueves, 12 de julio de 2012

Valparaíso



Hay ciudades organizadas como soberbios escenarios, esperando que el visitante traiga bajo el brazo la obra, su obra, la maquinación de sus sueños, lo que siempre quiso ver en ella, la esencia de su cultura, el apego de sus trabajadas letras. Muchas de las europeas, de las llamadas ciudades museo, París, Viena y quizá Praga, pertenecen a ese prestigioso y selecto círculo. Embebidas de nuestra ilusión, son ciudades que se alzan míticas sin dar demasiado juego a nuestros actos y escenas. En ellas, cuando se levanta el telón, se levanta la mirada con asombro y así se mantiene hasta que en el desenlace se inclina la cabeza con unción casi litúrgica.

Hay ciudades, no menos teatrales que las anteriores, que tienen la desgracia o la virtud de mantener su drama vivo. Las ciudades dramáticas suelen tener un pasado sombrío y signos inequívocos en su traza urbana de la violenta muda a la que fueron sometidas por los avatares históricos. Si me preguntan por alguna, respondería, entre las europeas, que Roma o Berlín, no porque otras no merezcan el título, sino por destacar las incuestionables. Su historia es el amargo guión que se ven obligadas a representar, como una rutina aburrida y cotidiana, ante el despreocupado turista.

En este capítulo hay ciudades también singulares. Míticas también, pero simplemente porque están casi en el fin del mundo, como sostenidas por las columnas de Hércules. Valparaíso podría ser ejemplo de ese otro teatro, no por el escenario monumental que ofrece —y menos si topas con el faraónico pórtico de su Congreso—, sino por el relieve agitado de cerros y mares frente al que día a día se confirma. Una nueva versión del viejo drama de 1906, y de los anteriores, está siempre en ella presente, sin necesidad de que se represente, simplemente porque la amenaza. El turista tiene para ella no más de cinco segundos compasivos, después se zambulle con gusto en su frenética vitalidad, en esa fiebre de la que solo disfrutan los condenados a vivir perpetuamente en vísperas.


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