martes, 18 de septiembre de 2012

Pangloss contrataca


Observando las Perseidas. Foto: Sam Furlong
No todo el mundo distingue entre lo que sucede y lo que le sucede. Pasa en esto como con las metonimias, que al intentar figurarse el suceso se tiende a tomar lo que viene de parte por un supuesto todo. Cuando algo nos aflige, pensar que los demás también conviven en ese dolor resulta consolador, pero también distorsionador de nuestra visión, porque no acierto a pensar en un dolor universal. A decir verdad, no estoy tan seguro de que haya una visión global o un suceso universal cuyo detalle desvirtuamos cuando ofrecemos nuestra versión particular. Si tenemos que aceptar lo general como un todo, deberá de ser un todo modesto, un todo sin tutores ni previdentes, un todo simple suma de lo que cada cual siente. En cada instante suceden demasiadas cosas y lo que nos sucede a cada uno es desgraciadamente tan repetitivo que, de confundir lo uno con lo otro, identificaríamos lo indefinible con lo previsible. Hay un insistente mundo que llega a través de nuestros ojos, eso afortunadamente no quiere cambiar. Pero el mundo entero, el que verdaderamente importa, surge en el espacio y el tiempo que todos compartimos, porque a través de ellos llegamos a mundos de ojos vecinos e imaginamos, entre todos y en palabras comunes, este otro nuevo, curiosamente mucho más concreto, animado por vivencias de unos y otros, heterogéneo, misterioso, desacorde, sorprendente y quién sabe si mejor.

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