El día que en que todo pase por medir primero la distancia numérica entre palabras, de poco valdrá entenderlas y menos aún la tradición literaria que las avala. Lo importante a efectos de eficiencia comunicativa será calibrar el peso de las relaciones que un texto propone. Hablaremos entonces de riqueza del discurso ante la imposibilidad de medir la profundidad de su significado. Con este déficit buena parte de los textos clásicos (ya se sabe filosofía, narrativa, desde luego poesía, y de paso todo lo demás) serán declarados, en virtud de sus cifras, altamente ineficientes en cuanto a su capacidad comunicadora y como tales públicamente desautorizados, o al menos desaconsejados.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
La navaja de Pitágoras
El día que en que todo pase por medir primero la distancia numérica entre palabras, de poco valdrá entenderlas y menos aún la tradición literaria que las avala. Lo importante a efectos de eficiencia comunicativa será calibrar el peso de las relaciones que un texto propone. Hablaremos entonces de riqueza del discurso ante la imposibilidad de medir la profundidad de su significado. Con este déficit buena parte de los textos clásicos (ya se sabe filosofía, narrativa, desde luego poesía, y de paso todo lo demás) serán declarados, en virtud de sus cifras, altamente ineficientes en cuanto a su capacidad comunicadora y como tales públicamente desautorizados, o al menos desaconsejados.
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