viernes, 30 de noviembre de 2012

Hay vida en tu historia


—¿Qué tal, cómo te va?
—¿Cómo me va el qué?
—Pues eso, tú, tu historia.
—Sigo vivo en ella todavía.
—Me refería a lo que escribes.
—No la escribo. Ya está escrita.
—Vaya. Y de mí ¿qué dice?
—Que te espera una tarea ingrata.
—¿Y cuál es, pues, esa tarea?
—Contar esta historia.
—Pero, ¿no estaba ya escrita?
—Sí, pero sólo en mi mente.
—Pues difícil me lo pones.
—Aún así deberías leerla.
—Ya me dirás cómo.
—Mira estos labios.
—Si apenas se mueven.
—Afina un poco el oído.
—Si apenas se te oye.
—¿Y si la imaginas tuya?
—¿El qué, tu mente?
—...
—¡Ah!, creo que te voy entendiendo. Mira, les voy a decir que hablas, que aún estás vivo, o sea que estás vivo en tu historia. Y se la contaré a todos, y así pervivirás, aunque nadie me crea, como ese silencioso fantasma que asalta siempre al cuentista.


No hay comentarios: