jueves, 8 de noviembre de 2012

Breve escena teatral


La escena se ilumina en cuanto el ladrón se lleva el telón. Este es un teatro de posibles, pero con personajes auténticos. La policía está en todo, cierra por tanto las puertas y se presenta en el escenario del robo descolgándose por el cordaje de la tramoya. En el patio de butacas, el público entusiasmado aplaude la plástica intervención, salvo un despistado espectador que se ha tapado la cara en un gesto ladino, raro. Se procede a su identificación y se le cachea in situ por si oculta lo robado. No se han equivocado y pronto sale a relucir un pañuelo de importantes dimensiones. Para evitar su reacción violenta, se le cubre la cabeza con la propia prueba y se le conduce al coche policial a fin de que confiese toda la verdad, si es posible antes de llegar a comisaría. La alarma se pone finalmente a sonar cuando la policía se retira atravesando con el arrestado el pasillo con aires de triunfo. Palcos y platea, el teatro entero estalla en encendidos aplausos al grito de «bravos, bravos, bravos».

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