martes, 19 de junio de 2012

Nuevo en el mercado



Leo en la prensa que Inglaterra entera espera con curiosidad el lanzamiento a comienzos de julio de una nueva marca de cerveza, la bebida que en su despensas goza de más antigua y acreditada tradición. Si Dios no lo remedia, en unos meses bien podríamos encontrarnos ante un nuevo y deslumbrante icono comercial, ante la bebida favorita entre los entendidos, ante la marca de referencia en su sector. Desde que en tiempos de Enrique VIII se cerraran monasterios y abadías, ni un barril de cerveza había salido de sus sepultadas bodegas. Los propios monjes tuvieron que emigrar a Francia y otros países años después, y no hubo quien les tomara el relevo con la misma dedicación y fiabilidad. Gracias a su destreza en este oficio acabaron por «salir al mercado» francés, donde pronto consiguieron, frente a la competencia, alcanzar alta estima y cotización para su cerveza inglesa. Los tornas se volvieron con la revolución francesa, que les hizo de nuevo emigrar a finales del XVIII con destino a su país de procedencia. Desde 1802, año en que un grupo recala en Ampleforth Abbey, hasta hoy, no habían vuelto los benedictinos ingleses al negocio de la cerveza. Se declaran buenos conocedores del proceso de elaboración y poseedores de una fórmula ancestral y magistral, probablemente única, que combina sabiamente el lúpulo y la cebada malteada con el agua clara, y llegan dispuestos a inundar, si es posible y a mayor gloria de Dios, el mercado universal con este producto de época, con esta bebida genuinamente vintage. Ni que decir tiene que el producto viene además provisto de un sello de garantía que sólo pueden ofrecer quienes visten los sagrados hábitos y que en el paladar de los consumidores se convertirá de seguro en saludable ambrosía divina. Para quien sigue la regla de San Benito, la producción de cerveza no es propiamente un cometido profesional, sino una vía personal hacia la santidad, así que su calidad final da también la medida pública y exacta de su acendrada beatitud y viceversa. Cualquier negligencia de fábrica pasaría a tener un alcance moral tan devastador para sus píos autores, que no parece que sea previsible, ni siquiera sospechable. Aun sin haber catado el producto, me atrevo a pronosticar que, con su graduación alcohólica del 7%, va a tener en su retorno a mercados y tabernas, tanto entre expertos como en legos y amateurs, una aceptación general, una pegada soberbia y gancho comercial seguro. La caja de 12 unidades de a tercio de litro se ofrece a 44,64 euros, precio más que razonable, si descontamos ese 20% de IVA impuesto de modo implacable, con saña isabelina, por el fisco británico, dicen que para graduar en lo posible las multitudinarias excursiones del consumidor a ese nuevo paraíso monástico.

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