lunes, 4 de febrero de 2013

Este tiempo tan masturbado


En ocasiones ciertas ideas te llegan de manera lateral y fortuita, mientras miras distraídamente lo que va sucediendo. En esos casos ves de repente claramente, sin mediar ninguna señal ni apunte, lo que hasta entonces no habías visto. Leo de refilón el título de un artículo: «Pop culture's past is growing faster than its present» (S. Lee, The Guardian, 3/2/2013). Dejo a un lado la cultura pop, cuya suerte continuará sujeta a toda clase de conjeturas, y me quedo con el resto: «su pasado crece más rápido que su presente». Un chispazo lo desvela más sentenciero y en todo su valor. Temo que tomados en conjunto seamos hoy todos nosotros un sujeto más atinado que esa cultura pop, que ahí se habla de nuestro reciente pasado y que hay motivos para generalizar la primera constatación.

En su brevedad la sentencia refleja la actualidad probablemente mejor que la mayoría de los sesudos análisis incluidos en las páginas de la prensa. A diferencia de esos análisis, en los que se examina y se calibra la realidad con un número agotador de parámetros, la sentencia muestra directamente las ruinosas consecuencias de un pasado crecido y controlador. Sus palabras nos acusan de inmovilidad, pero dejan también patente el carácter depredador que tendrá cualquier pasado si no es dimensionado y asumido a tiempo. Ese tiempo sobredimensionado que gravita sobre la actualidad hasta detenerla como una foto fija del progreso está teniendo fatales consecuencias en los actores del presente. Los héroes del tiempo, los que crean futuro, languidecen en un tiempo mortecino, aprisionados por los plazos y las deudas del pasado. Convendría hacerles saber que ni son hijos de las deudas ni deben vivir a plazos.


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