jueves, 2 de febrero de 2012

Divulga, que algo queda



Según prescribe el manual del astuto divulgador, para que la gente ame de verdad la naturaleza no hay mejor cuento que aquel que hace saludar a las ranas, hablar a los músculos, disimular a las arcillas, obedecer a las moscas, esconderse a las flores y abrazarse a las células. Escribir ese guión no es difícil del todo, lo difícil es que el lector se entregue a él, que se integre en ese pandemonium y que no acabe como un grillo.

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