miércoles, 15 de febrero de 2012

Tremendismo


Corren tiempos en que que viene el lenguaje tan veloz en su intento de señalar conceptos y cosas que suele atropellarlos con la primera palabra que la boca encuentra. Tras ese atropello, lo que pueda quedar de verdad en lo expresado es complicado de valorar. Frente a la realidad, la verdad se nos ha vendido como un esfuerzo personal por hacernos sitio de inmediato en esa espesura que nos envuelve. Sólo la ciencia ha presentado la verdad como un intento colectivo de explorar poco a poco lo real con sutileza. Quienes siguen la primera vía creen descubrir la verdad entre lo suyo y, teniéndola después por algo propio, crean en torno a ella un dominio de peaje. Los segundos, con un afán menos posesivo, van viéndola surgir a medida que en su búsqueda ajustan instrumentos y perfeccionan métodos. Con el lenguaje empleado para afrontar la realidad sucede como con el instrumento: cuando se carece de uno adecuado, la verdad se acaba estimando a tientas. La ve uno perderse en voluminosos tratados, cuando seguramente habría destacado mejor en sucintos informes. Por eso no es extraño ver al que quiere mostrarse espléndido en su saber enluciendo su enorme chiringuito con la brocha gorda. Con esa ambición tan ridícula su lenguaje resulta siempre forzado, trastocado o vampirizado, como quiera verse. En este sentido el caso de los calificativos es peculiar. Quien impone con urgencia la intensidad en lugar de sopesar el matiz pronto distorsionará cualquier descripción y la orientará según el polo que marquen sus emociones. En un analista el gusto por el adjetivo ingenioso, deslumbrante o arrollador suele ir siempre en detrimento de su capacidad para precisar términos y para exponer relaciones conceptuales. Surgen de esas desviaciones análisis muy poco certeros. El lenguaje analítico tremendista, hoy en boga en las columnas de opinión, es nefasto para cualquier relator de hechos, tanto más para quien pretende valorarlos. Y si para el análisis es devastador, tampoco como género literario aporta el tremendismo demasiada verdad. Su valor testimonial es discutible y su oficio dirigista demasiado manifiesto. Resume con acierto su interés literario el anónimo autor de la entrada en la Wikipedia al señalar: «El tremendismo es una forma particular de describir la realidad bajo la óptica de la exageración, utilizada a veces para crear en terceros la idea de que una tragedia es inminente, con el fin oculto de inducir a una determinada decisión, que se hace ver como la única capaz de evitar el suceso nefasto».

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