sábado, 26 de noviembre de 2011

Acosarse


Cuántas veces nos contemplamos bajo una lente despiadada,
atónitos ante la enormidad de nuestros errores,
apocados frente a la gravedad que nos acecha.

Cómo no reconocerse en ese minúsculo sujeto,
extenuado por el aro luminoso que se estrecha,
al capricho de un visor humillante y riguroso.

Cuántas veces nos contemplamos como testigos medrosos,
cuando podríamos recuperarnos como dueños
sin más que afirmarnos y decidir un nuevo sueño.

Quién le habrá concedido privilegios tan íntimos
a ese dulce ego que nuestro amparo se arroga
mientras sin tasa ni reparo su dominio nos ahoga.

Cuántas veces nos contemplamos entre esos dos frentes,
de un lado la tibieza, del otro la cruel lente,
objetos del análisis y de su caprichoso foco.

Cómo cerrar nuestros ojos a lo que allí es visible,
cómo evitar juzgarse, si desde aquí todo es flaqueza,
cómo no aceptarse en una sentencia ruda y severa.

Cuántas veces nos contemplamos reos de piadoso juicio
agitando la cadena chirriante de los hechos,
frente a un tribunal tolerante y soñoliento.

Cómo saber si no será mejor absolverse,
o si no será mejor culparse,
porque de poco valdrá ignorarse
si ante el acoso de la cruda ciencia
acabamos presos de nuestra conciencia.


No hay comentarios: