sábado, 12 de noviembre de 2011

Sermones modernos


Comenzó la semana con una interesante alocución, aunque quizá fuera más propio hablar de sermón, dado que fue ofrecida por el canónigo de la catedral de San Pablo en Londres, Reverendo Giles Fraser. Lo chocante es que fue emitida por radio a través de la BBC y pronunciada en el marco del Free Thinking Festival en Gateshead. Llevar a un canónigo a un foro de librepensadores me parece un alarde improbable donde yo vivo, pero todavía es receta intelectual estimulante en países como Inglaterra. Lo del estímulo lo digo porque el canónigo Fraser no se limitó al manido discurso del cristianismo, sino que atacó de frente problemas morales de actualidad. También es cierto que hasta las puertas de su catedral, en el corazón de la City londinense, había llegado estos días la voz del descontento y lo hizo con suficiente nitidez como para desencadenar en el cabildo una tremenda conmoción, que se ha saldado por el momento con la dimisión del Reverendo Fraser de su cargo. No parece que la renuncia a ejercer su magisterio en tan importante sede le haya decidido además a mantenerse en silencio, más bien le ha llevado a pronunciarse en foros más abiertos. De por medio está también el informe que el cabildo elaboró sobre la mentalidad y el criterio moral que imperan entre sus feligreses más cercanos, entre los traders o corredores de la bolsa londinense. Según cuentan quienes lo leyeron, había algo de escalofriante en el cinismo con el que esta gente se pronunciaba sobre los demoledores efectos de su profesión. El desapego y el desentendimiento de sus prójimos resultaron ser tan escandalosos en cifras y declaraciones que el cabildo decidió no hacer público el informe para no remover las turbias aguas morales que le rodean con un beligerante discurso doctrinal. Esta decisión de no levantar la voz convirtió al clero en rehén de una situación en la que veían enfrentarse la codicia y la dignidad humanas. Como salida salomónica, a unos concedió asilo en sus dominios y de los otros calló sus vergüenzas. ¿Es ésta una actitud moralmente edificante? No, pero no pienso entrar en discusiones evangélicas y sacar pasajes con los que afearles su incoherencia. Me interesa más el discurso disidente. Como era de esperar, no se aleja Fraser de la enseñanza cristiana, si bien con su propuesta invita más a una reflexión personal que a la conversión de las almas, probablemente llevado por un espíritu más libre que apostólico. Hay un párrafo de su ponencia que apunta directamente a esa generación de jóvenes lobos de las finanzas, a esa gente decidida a construir su futuro aunque sea sobre las ruinas de una sociedad que nada emocionante les reporta. La aspiración a lograr su libertad en ese escenario viene a ser tan virtual como sistemática e irresponsable es su actitud personal. Vivir en un régimen de trabajo que gracias a las nuevas herramientas informáticas inteligentes encubre el metódico ejercicio de la usura y el despojo de ciudadanos anónimos y que redime a estos activos agentes de los catastróficos efectos de sus acciones, nunca podrá reconciliarse con ningún tipo de libertad. De hecho, en ese marco la libertad sólo puede ser, como Fraser declara, ilusoria o paradójica: «La paradoja de la libertad es que los que luchan por una vida sin trabas, los que sólo buscan estar libres de cualquier tipo de restricción pueden fácilmente acabar viviendo con una libertad vacía que reduce su vida a una sucesión de decisiones individuales que en realidad les hacen sentirse cualquier cosa menos libres».

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